miércoles, 14 de noviembre de 2012

Cara a cara con el lagarto más grande del mundo (Varanus komodoensis) PARTE 1ª

Hace 5 años cruzaba en avión Europa y el Océano Índico con la ilusión de tener la oportunidad de ver uno de los seres vivos más extraordinarios de este planeta, el Dragón de Komodo (Varanus komodoensis)






        Mapa de distribución del Dragón de Komodo       
Llegué al aeropuerto de Singapur, donde tenía la opción de coger un avión directo hasta la Isla de Flores, plantándome en poco más de 3 horas muy cerca de mi destino, pero no escogí el camino fácil. Me apetecía vivir un poco más de aventura y llegar a la isla de Komodo como cuando lo hizo W. Douglas Burden, el primer europeo en pisar tierra de dragones,  alcanzando el mismo lugar, en 1926.
 
Compré un billete para volar hasta la capital de Bali, Denpasar, Indonesia. En la isla más cercana, Lombok, salía, una vez por semana, un barco que recorría durante 5 días todo el mar de Java hasta Flores, pasando por Komodo y Rinca, dos de las 5 únicas islas donde habita esta especie de Lagarto.

      Vistas de Bali, des del barco     
No fue precisamente un crucero de relax, pero el hecho de poder navegar y tener la posibilidad de hacer esnorkel en uno de los mejores fondos marinos del planeta hizo que valiera mucho la pena.

Pez estandarte (Heniochus intermedius)     
                         Si.... este soy yo                      
Poder dormir durante las noches era una verdadera hazaña. El barco se movía con gran ímpetu y mi cuerpo se deslizaba de un lado a otro de la cama. Aún así, la noche que más recuerdo fue la primera en que estuvimos anclados. Estábamos a pocos metros de la costa y había muy poco oleaje, así que yo estaba completamente dormido. A media noche empecé a oír algo así como un "grgrgrgrgrg", un sonido sutil pero constante. Seguramente tardé unos segundos en reaccionar y despertar, exactamente no recuerdo cuánto pero sí de que me di cuenta que el ruido que oía se escuchaba muy cerca de mi. Sin pensármelo abrí el frontal y al verlas exclamé un "JODER !!!" Había dos cucarachas, de unos 8 cm de largo, a menos de un palmo de mi cabeza y las muy ***** estaban fornicando delante de mis ojos !!!

Como si estuviera allí, aún consigo envolverme de las sensaciones que tuve cuando albiré la isla de Komodo. Para mi, llegar a este destino era un sueño hecho realidad. Por fin, pensaba, me encontraba en esas tierras que había visto tantas y tantas ocasiones en documentales de naturaleza.

Isla de Komodo

Me llamó la atención el hecho de que la isla era muy árida. A diferencia de lo que imaginaba, no había paisaje selvático, sino, más bien, una mezcla de bosque y llanuras con palmeras cocoteras. Hacía mucho calor y el ambiente era seco. El agua del mar era de un azul turquesa majestuoso.

Entrada al P.N. de Islas de Komodo
Nos organizamos con otros viajeros y formamos un grupo de unas 10 personas. Ya sólo nos faltaba contratar un guía para que nos acompañara a hacer una ruta por el Parque Nacional.

A los pocos metros de la travesía, me llevé mi primera sorpresa ¿¿¿ cómo me había pasado por alto que en aquella región también hubiera psitácidas ???? ...Yo en aquel entonces aún  las criaba. Psitácidas es el nombre que recibe la familia de los loros y guacamayos, unas aves que des de siempre me han fascinado... Pues bien, identifiqué los gritos, descubrí que era un ejemplar de cacatúa pequeña de moño amarillo (Cacatua sulphurea), uno de los que me hacía especialmente ilusión ver algun día en libertad. Nunca me hubiera imaginado cruzarme con ella mientras intentaba encontrar uno de los reptiles más emblemáticos. Es lo que tiene la naturaleza, a veces te regala momentos increíbles...

Cacatúa pequeña de moño amarillo (Cacatua sulphurea)

Seguimos recorriendo el sendero, que estaba perfectamente señalizado. Hacía un calor sofocante, pero nada conseguiría desanimarme. Estaba emocionado, se escuchaban decenas de sonidos nuevos para mi. El guía, que curiosamente llevaba una camiseta de la selección española de fútbol, nos dió el alto. Había visto alguna cosa.... Agarrada en el tronco de un árbol había una cría de Dragón de Komodo. Esta especie de reptil a veces practica el canibalismo y los adultos pueden llegar a comerse las crías, por eso durante los primeros años de edad tienen la habilidad de trepar por los árboles.

Cría de Dragón de Komodo (Varanus komodoensis)

Este sería el primer ejemplar que vería en la isla, pero no el último, está claro que no me rendiría hasta ver uno de realmente grande.

Publicaré la parte final del viaje en breve, puedes suscribirte al blog y recibirás un mail de aviso.
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2 comentarios:

  1. Ver comer a estos "largartos" dan ganas de dejar de comer... Lo vi en un programa de televisión y es espeluznante... La forma de matar y esperar a que muera la presa con el veneno que tienen en la saliva...
    Esperamos la segunda parte...

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  2. Gracias Gonzalo por tu comentario !!!

    Tienes toda la razón, en la segunda parte mostraré las fotos de las presas que cazan en la isla, realmente increible.

    saludos

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